Lunes

A la vida me remito, señoría. Si no, ¿qué demonios hago aquí? —respondió al juez el destino.

Ante la huida

regalo el tiempo compartido

mantengo en común

la distancia entre nosotros

y para mí

versos con sabor agridulce.

Es mi último acto de amor:

dejar que me odien.

Deja un comentario

Crea una web o blog en WordPress.com

Subir ↑