«Quid pro quo», pensó aquel árbol que, convertido en ataúd, se cobraba la venganza del hombre que lo taló y ahora descansaba entre sus restos.
1 de noviembre
Feliz día, difuntos —dije para mí antes de dormir. Feliz día para ti también —respondieron las voces al unísono.
Érase…
Érase —y nunca fue— una vez, en uno de tantos cuentos, sin final feliz: la perdiz estaba envenenada.
El buen padre
Decidí que la última bala no sería dirigida a nadie, ni siquiera para mí, porque de lo que fui no quedaba nada. Esta era una idea muy meditada, como lo son todos los suicidios. Mi familia tenía razón, nunca había sido un buen padre. La confirmación de esta afirmación hizo que se desmoronara aún más... Leer más →
El virus del amor
Al final, resultó que el virus estaba dentro, muy dentro de mí; pero ella era asintomática.
Nanorrelato en tiempos de virus
Acabo de leer que al doctor Jekyll le han dejado una nota en la puerta. Le invitan a abandonar su domicilio por el bien común. La nota estaba firmada por el único habitante de su casa: el señor Hyde.
Besos de fuego
La princesa, en la unidad de quemados, aprendió que no se debe besar a los dragones.
El político
En la Metamorfosis II, de Kafka, una cucaracha amanecerá convertida en ser humano. Nada le resultará extraño.
Ding Dong
Bajé las escaleras que no llevaban a ninguna parte. Cuando regresé sobre mis pasos, volvió a sonar el timbre.
Rigor Mortis
Quedamos a la hora de rigor para las cañas. Al llegar al bar, hacía tres horas que estaba muerto de sed.