Diálogos inertes

Vuelve a meter al genio en la lámpara —dijo el deseo.

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Nosotros mentimos para decir la verdad —dijo la herencia.

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¿Dónde vas sin cabeza? —dijo el corazón.

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Todos somos la dicotomía de una historia con distinto final —dijo la resaca.

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Es tan caprichoso el azar de los pensamientos como lo que sucede cada día. Yo albergo el tiempo, pero solo tú decides cuándo —dijo el calendario.

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El roce es un arma de doble filo. O hace cariño o hace herida. De esta forma sabes qué es lo que debes desechar —dijo la ropa.

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Tú no sabes bailar, pero todos te dijeron que nunca caminarías. Anda para ver hasta dónde puedes llegar —dijo el calzado.

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Un adiós puede ser un largo eco, un chasquido o el silencio. Haz lo que quieras, pero las olas no van a cesar y yo siempre estaré aquí para tragarte si no nadas a contracorriente o sales de esa botella —dijo el mar.

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Fumas demasiado, pero vayamos por partes. Primero sácate el puñal de la espalda —dijo el espejo.

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Otra que tal baila. Sin letra ni más melodía que la nostalgia de una tarde de domingo —dijo la música.

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A menudo llamamos hogar a personas que están hechas de hielo. Después, nos sorprendemos cuando nos vemos sin cobijo sobre un charco que nos cala hasta los huesos. Evolucionar no es más que alejarse del frío —dijo el iglú.

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Muerto el recuerdo, se apagó la rabia —dijo el móvil.

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¿Y tú qué miras desde el suelo? —dijo la Luna.

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A ver cuánto mantienes esa sonrisa —dijo la calavera.

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La única forma segura de encontrarse con un fantasma es convirtiéndote en uno. No lo hagas. El pasado es un fantasma con el que no te gustaría toparte —dijo el reloj.

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Si callaste entonces, ahora trágate el veneno —dijo la rabia.

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El amor es un recurso de los famélicos —dijo el padre.

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Por favor, no te hagas la víctima, que solo ha sido un disparo —dijo el arma.

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En tu novela autobiográfica, el protagonista te mata. Así es como un escritor acepta que hay finales que no puede controlar —dijo el libro.

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¿Te he dicho hoy que te quiero? —dijo el silencio.

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¿Aún duermes? ¡Despierta! (Bang, bang) —dijo el dinosaurio.

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Si pudiera elegir uno de tus superpoderes sería tu facilidad para olvidarme —dijo el recuerdo.

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La única cura contra el sueño es el desamor —dijo el alma.

 

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