Te esperé en todas las canciones, a un milímetro de tu boca, con la puerta entreabierta y apoyado en tu ventana.
Te esperé en las llamas de todas las hogueras, en todos los troncos que se convierten en ceniza.
Te esperé en el humo de mi cigarro, en cualquier cama deshecha.
Te esperé en mi infierno, para quemarnos juntos, para arder hasta limpiar todos los nubarrones que nos acechaban.
Te esperé detrás del objetivo de mi cámara, en todos los paisajes.
Te esperé bajo mi pluma, en todos los folios en blanco. Dispuesto a escribir cualquier historia, hasta la de tu ausencia.
Deja una respuesta