La única forma segura de encontrarse con un fantasma es convirtiéndote en uno. No lo hagas. El pasado es un fantasma con el que no te gustaría toparte —dijo el reloj.
«Quid pro quo», pensó aquel árbol que, convertido en ataúd, se cobraba la venganza del hombre que lo taló y ahora descansaba entre sus restos.
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