Tarde de paseo por la capital francesa a través de las obras de Picasso y Lautrec. Un recorrido por las noches de teatros, cabarets, cafés y prostíbulos del barrio de Montmartre a finales del siglo XIX y comienzos del XX.
Conocer a Gustave Coquiot, Jane Avril, Aristide Bruant… Vida bohemia con olor a pluma y tinta china; pasteles sobre lienzos, óleos en tabla, y cartón acompasados por palabras de Baudelaire:
¡Ay los vicios humanos! Son ellos los que contienen la prueba de nuestro amor por el infinito.
Tragos de absenta y litografías de un mundo marginal publicitando el baile del «Cancán» en Moulin Rouge.
Volver del circo y sentirte voyeur de “La pelirroja” para terminar recostado en un tapiz junto a René y Jacqueline Dürrbach.
Una mirada sensual del universo erótico —con grandes similitudes entre ambos artistas— y su visión, sin reservas, de los reservados parisinos.
Visita muy recomendable.
Al salir, sólo pude emular las palabras de Édith Piaf:
Non, je ne regrette rien.
Deja una respuesta