No me despiertan las primeras luces del alba, sino el susurro de mi camisa de ayer recorriendo tu espalda. Puede percibirse el frío de la mañana en tu piel mientras resbala la tela.
Tus pies descalzos rodean la cama, en silencio, buscando la luz bajo la puerta.
El sonido del elástico de tu ropa interior da el pistoletazo de salida a otro nuevo día. El mundo se para en ese instante para darme tiempo a raptarte de nuevo, llevarte a la cama y vestirte con mi cuerpo.
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